Recogi el sombrero, me lo puse, y volvi a alzar la cabeza y a remitir otra sonrisa, acompanada esta vez de un ligero saludo. Pero mi agresor seguia inmovil y aterrado sin da.r.s.e cuenta ni poder explica.r.s.e las amables disposiciones en que su victima se hallaba. a todo esto la muneca seguia en el suelo inmovil tambien, pero sin mostrar en modo alguno sorpresa, pesar, terror, ni siquiera verguenza de su situacion poco decorosa. Me apresure a levantarla, cogiendola, si mal no recuerdo, por una pierna, y me informe minuciosamente de si habia padecido alguna fractura u otra herida grave. No tenia mas que leves contusiones. Alcela en alto y la mostre a su dueno haciendole sena de que iba a subir para entrega.r.s.ela. Y sin mas dilaciones entro en el portal, subo la escalera y tomo el cordon de la campanilla.... Ya esta abierta la puerta. Mi lindo agresor asoma su rostro trigueno, gracioso, lleno de vida y frescura, y extiende sus manos diminutas, en las cuales deposito respetuosamente a la muneca desmayada. Quise hablar, para dar mayor seguridad de que no era nada lo que habia pasado, que la muneca conservaba integros sus miembros, y yo lo mismo, y que celebraba la ocasion de conocer una nina tan hermosa y simpatica, etc., etc. Nada de esto fue posible. La chica murmuro confusamente muchas gracias, y se apresuro a cerrar la puerta, dejandome con el discurso en el cuerpo.
Salgo a la calle un poco disgustado, como cualquier otro orador en el mismo caso, y sigo mi camino, no sin volver repetidas veces la cabeza hacia el balcon. a los treinta o cuarenta pasos observo que esta la nina asomada, y me paro y le envio una sonrisa y un saludo ceremonioso. Esta vez contesta, aunque ligeramente, pero se apresura a retira.r.s.e. Cuidado que era linda aquella nina! Al llegar al extremo de la calle senti la necesidad imperiosa de verla otra vez, y di la vuelta, no sin percibir cierta verguenza en el fondo del corazon, pues ni mi edad, ni mi estado, me autorizaban semejantes informalidades; mucho menos tratandose de tal criaturita. Ya no estaba en el balcon.
Pues yo no me voy sin verla, me dije, y pian pianito, comence a pasear la calle sin perder de vista la casa, con la misma frescura que un cadete de Estado Mayor. Despues de todo, aqui nadie me conoce--me iba repitiendo a cada instante, a fin de comunicarme alientos para seguir paseando.--Ademas, yo no tengo nada que hacer ahora; y lo mismo da vagar por un lado que por otro.
Justamente, al cruzar tercera o cuarta vez{14-1} por delante del balcon, aparecio en el la gentil chiquita, que al verme hizo un movimiento de sorpresa, acompanado de una mueca encantadora, se echo a reir y se oculto de nuevo.
Pero, que necios somos los hombres{15-1} y que inocentes cuando se trata de estos asuntos! Querra V. creer que entonces no sospeche siquiera que la nina habia estado presenciando, sin perder uno solo, todos mis movimientos?
Satisfecho ya el capricho, deje la calle de las Infantas, y me fui a casa de un amigo. Mas al dia siguiente, fuese casualidad o{15-2} premeditacion, aunque es muy probable lo ultimo, acerte a pasar por el mismo sitio a la misma hora. Mi gentil agresor, que estaba de bruces sobre la barandilla del balcon, se puso encarnado hasta las orejas asi que pudo distinguirme, y se retiro antes de que pasase{15-3} por delante de la casa. Como V. puede suponer, esto, lejos de hacerme desistir, me animo a quedarme petrificado en la esquina de la primer boca-calle, en contemplacion extatica. No pasaron cuatro minutos sin que viese{15-4} asomar una naricita nacarada, que se retiro al momento velozmente, volvio a asoma.r.s.e a los dos minutos y volvio a retira.r.s.e, asomose al minuto otra vez y se retiro de nuevo. Cuando se canso de tales maniobras, se asomo por entero y me miro fijamente por un buen rato, cual si tratase de demostrar que no me tenia miedo alguno.{15-5} Entonces se generalizo por entrambas partes un fuego graneado de miradas, acompanado por lo que a mi respecta de una mult.i.tud de sonrisas, saludos y otros proyectiles mortiferos, que debieron causar notables estragos en el enemigo. este a la media hora, oyo sin duda en la sala el toque de alto el fuego, y se retiro cerrando el balcon. No necesitare decirle que, por mas que me sintiese avergonzado de aquella aventura, segui dando vueltas a la misma hora por la calle, y que el tiroteo era cada vez mas intenso y animado. a los tres o cuatro dias me decidi a arrancar una hoja de la cartera y a escribir estas palabras: _Me gusta V. muchisimo._ Envolvi una moneda de dos cuartos en la hoja, y aprovechando la ocasion de no pasar nadie, despues de hacerle sena de{16-1} que se retirase, la arroje al balcon. Al dia siguiente, cuando pase por alli, vi caer una bolita de papel que me apresure a recoger y desdoblar. Decia asi, en una letra inglesa, crecida, hecha con mucho cuidado y el papel rayado para no torcer: _Tan bien ustez me gusta a mi no crea que juego con munecas era de mi ermanita._{16-2}
Aunque sonrei al leer el billete amoroso, no dejo de causarme sensacion dulce y amable, que muy p.r.o.nto hizo sitio a otra melancolica, al recordar que me estaban prohibidas para siempre tales aventuras. Aquel dia mi chiquita no salio al balcon, sin duda avergonzada de su condescendencia; pero al siguiente la halle dispuesta y aparejada al combate de miradas, senas y sonrisas, que ya no escasearon por ambas partes. Una hora o mas duraba todas las tardes este juego, hasta que se oia llamar{16-3} y se retiraba apresuradamente. Le pregunte por senas si salia de paseo, y me contesto que si: y en efecto, un dia aguarde en la calle hasta las cuatro y la vi salir en compania de una senora, que debia de ser su mama, y de dos hermanitos. Seguiles al Retiro, aunque a respetable distancia, porque me hubiera causado mucha verguenza el que la mama se enterase:{16-4} la chiquilla, con menos prudencia, volvia a cada instante la cabeza{16-5} y me dirigia sonrisas, que me tenian en continuo sobresalto. Al fin volvimos a casa en paz. a todo esto, yo no sabia como se llamaba, y a fin de averiguarlo escribi la pregunta en otra hoja de la cartera: _Como se llama V.?_ La chica contesto en la misma letra inglesa y crecida, con el papel rayado: _Me llamo Teresa no crea ustez por Dios que juego con munecas._{17-1}
Diez o doce dias se transcurrieron de esta suerte. Teresa me parecia cada dia mas linda, y lo era{17-2} en efecto, porque segun he averiguado en el curso de mi vida, no hay pintura, raso ni brocado que hermosee tanto a la mujer como el amor. Le pregunte repetidas veces si podia hablar con ella, y siempre me contesto que era de todo punto imposible: si la mama llegaba a saber algo adios balcon! Empece a sospechar que me iba enamorando{17-3} y esto me traia inquieto. No podia pensar en aquella nina sin sentir profunda melancolia, como si personificase mi juventud, mis ensuenos de oro, todas mis ilusiones, que para siempre estaban separados de mi por barrera infranqueable. Al mismo tiempo me acosaban los remordimientos. Cual seria el dolor de mi pobre mujer si llegase a averiguar que su marido andaba por la corte enamorando chiquillas! Un dia recibi carta suya, partic.i.p.andome que tenia a mi hijo menor{17-4} un poco indispuesto, y rogandome que procurase arreglar los negocios y volviese p.r.o.nto a casa. La noticia me produjo el disgusto que V. puede suponer; porque siempre he delirado por mis hijos. Y como si aquello fuese castigo providencial o por lo menos advertencia saludable, despues de grave y prolongada meditacion, en que me eche en cara sin piedad mi conducta infame y ridicula, cante sin rebozo el yo pecador y resolvi obedecer a mi esposa inmediatamente. Para llevar a cabo este proposito, lo primero que se me ocurrio fue no acordarme mas de Teresa, ni pasar siquiera por su calle, aunque fuese camino obligado: despues, abreviar cuanto pudiese los asuntos. Segun mis calculos quedaria libre a los cinco o seis dias.
Ya no segui, pues, la calle de las Infantas como acostumbraba despues de almorzar, ni aun para ir a la de Valverde, donde vivian unos amigos. Por la noche, despues de comer, como no habia peligro de ver a Teresa, la cruzaba velozmente y sin echar una mirada a la casa.
Pasaron cuatro dias; ya no me acordaba de aquella nina, o si me acordaba era de un modo vago, como la memoria de los dias risuenos de la juventud. Tenia casi ultimados mis negocios{18-1} y andaba preocupado con la eleccion del dia para marcharme. Sera cosa, a mas tardar, del viernes o el sabado, me dije despues de comer, encendiendo un cigarro y echandome a la calle. El ministro se habia negado a rebajar la cuota del Ayuntamiento, lo cual me tenia muy disgustado. Pensando en lo que habia de decir a mis colegas cuando me viese entre ellos, y en el modo mejor de explicarles la causa del fracaso, cruce la plaza del Rey y entre en la calle de las Infantas. La noche era esplendida y bastante templada.
Llevaba abierto el gaban y caminaba lentamente gozando con voluptuosidad de la temperatura, del cigarro y de la seguridad de ver p.r.o.nto a mi familia. Al pasar por delante de la casa de la nina me detuve y la contemple un instante casi con indiferencia. Y segui adelante murmurando: Que chiquilla tan mona!{18-2} Lastima sera que se la lleve un tunante! Despues me puse a reflexionar en lo facil que{18-3} me hubiera sido jugar una mala pasada al alcalde y alzarme con el cargo;{18-4} pero no; hubiera sido una felonia. Por mas que fuese{19-1} un poco discolo y soberbio, al fin era amigo: tiempo me quedaba para ser alcalde. Pero cuando mas embebido andaba en mis pensamientos y planes politicos, y cuando ya estaba proximo a doblar la esquina de la calle, he aqui que siento un brazo que se apoya en el mio y una voz que me dice:
--Va V. muy lejos?
--Teresa!
Los dos quedamos mudos por algunos instantes; yo contemplandola estupefacto; ella con la cabeza baja y sin abandonar mi brazo.
--Pero donde va V. a estas horas?
--Me voy con V.--respondio alzando la cabeza y sonriendo como si dijese la cosa mas natural del mundo.
--a donde?
--Que se yo! Donde V. quiera.
a un mismo tiempo senti escalofrios de placer y de miedo.
--Ha huido V. de su casa?
--Que habia de huir!{19-2}... solamente se la{19-3} he jugado a Manuel, del modo mas gracioso!... Vera V. como se rie... Me empene hoy en ir a la tertulia de unas primas, que viven en la calle de Fuencarral, y papa mando a Manuel que me acompanase. Llegamos hasta el portal y alli le dije: Marchate, que ya no haces falta; y me hice como que subia la escalera, pero en seguida di la vuelta sin llamar y me vine detras de el hasta casa... Cuando le vi entrar me dio una risa, que por poco me oye!{19-4}
La chiquilla se reia aun, con tanta gana y tan francamente, que me obligo a hacer lo mismo.
--Y V. por que ha hecho eso?--le pregunte con la falta de delicadeza, mejor dicho, con la brutalidad de que solemos estar tan bien provistos los caballeros.{20-1}
--Por nada--repuso desprendiendose de mi brazo repentinamente y echando a correr.
La segui y la alcance p.r.o.nto.
--Que polvorilla es V.!--le dije echandolo a broma{20-2}--Vaya un modo de despedirse!... Perdon si la he ofendido...
La nina, sin decir nada, volvio a tomar mi brazo. Caminamos un buen rato en silencio. Yo iba pensando ansiosamente en lo que iba a decir o en lo que iba a hacer. Al fin, Teresa lo rompio, preguntandome resueltamente:
--No me dijo V. por carta que me queria?
--Pues ya lo creo que la quiero a V.!
--Entonces, por que ha dejado de venir a verme y de pasar por la calle de dia?
--Porque temia que su mama...
--Si, si; porque los hombres son todos muy ingratos y cuanto mas se les quiere es peor{20-3}... Piensa V. que yo no lo se?... Me ha tenido V.
al balcon todas estas tardes esperandole; pero que si quieres!{20-4}...
Por la noche, detras de los cristales, le veia pasar, muy serio, muy serio, sin mirar siquiera hacia mi casa... Yo decia, Estara{20-5} enfadado conmigo? Por que se habra enfadado? Sera porque he cerrado el balcon a las tres menos cuarto? En fin, todo me volvia cavilar, cavilar,{20-6} sin sacar nada en limpio... Entonces dije: Voy a darle un susto esta noche...
--Ha sido un sus...o...b..en agradable.
--Si no llega V. a para.r.s.e delante de mi casa y a queda.r.s.e mirando a los balcones, no salgo{21-1} del portal... pero aquello me decidio.
Momento de pausa, en el cual me acudio a la mente un tropel de pensamientos que todavia me averguenzan. Teresa volvio a mirarme fijamente.
--Esta V. contento?
--Vaya!
--Va V. a gusto conmigo?
--Mejor que con nadie en el mundo.
--No le es...o...b..?
--Al contrario, siento un placer como usted no puede figura.r.s.e.
--No tiene V. nada que hacer ahora?
--Absolutamente nada.
--Entonces vamos a pasear: cuando llegue la hora, V. me lleva{21-2} a casa y mama se figura que me trajo el criado de las primas... Pero si le es...o...b.. o no le gusta pasear conmigo, digamelo V... me voy en seguida...
Yo le conteste apretandole el brazo y tirandole suavemente por la mano para encaja.r.s.elo bien en el mio. Teresa continuo hablando con graciosa volubilidad.
--Parece mentira que seamos tan amigos no es verdad? Yo pense cuando le deje caer la muneca encima que le habia matado... Que miedo tuve! Si V. viera!{21-3}... Vamos a ver, por que en lugar de enfada.r.s.e se sonrio V. conmigo?
--Toma! porque me gusto V. mucho.
--Eso pensaba yo: debi de haberle sido{21-4} simpatica, porque si no, la verdad es que tenia motivo para ponerse furioso. Todavia cuando V. subio a llevarmela estaba muerta de miedo y por eso cerre tan p.r.o.nto la puerta... Dichosa muneca! Me dio tal rabia que la tire contra el suelo y la{22-1} parti un brazo.
--Pues no debe V. tratarla mal; al contrario, debe V. conservarla como un recuerdo.